El vuelo del sapo
























 Lo que más me gusta es volar –dijo el sapo.
Los pájaros dejaron de cantar.
Las mariposas plegaron las alas y se quedaron pegadas
a la flores.
El yacaré abrió la boca como para tragar toda el agua del río.
El coatí se quedó con una pata en el aire, a medio dar un paso. El
piojo, la pulga y el bicho colorado, arriba de la cabeza del ñandú, se
miraron sin decir nada. Pero abriendo muy grandes los ojos.
El yaguareté, que estaba a punto de rugir con el rugido negro, ese
que hace que deje de llover, se lo tragó y apenas fue un suspiro.
El sapo dio dos saltos para el lado del río, mirando hacia donde
iba bajando el sol, y dijo:
–Y ahora mismo me voy a dar el gusto.
–¿Está por volar? –preguntó el piojo.
–Los gustos hay que dárselos en vida, amigo piojo. Y hacía mucho
que no tenía tantas ganas de volar.


Fregmento de El vuelo del sapo de Gustavo Roldán

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